
¿Estoy loca?
Posiblemente esta sea una pregunta que todas las mujeres en algún momento de nuestras vidas nos hemos hecho (internamente).
Y no es extraño, si tenemos en cuenta la cantidad de siglos que nos han dicho (externamente) que las mujeres que hacen-lo-que-quieren/deciden/piensan-por-si-mismas/se-quejan, están locas.
Toda una historia utilizando una palabra, un concepto, la locura; para tratar de meternos en una casilla de la que no salirnos.
No te vayas de ahí, ¡no seas loca!
Y nosotras, las que recogemos toda esta historia en nuestro propio cuerpo, posiblemente hoy no lo escuchemos en palabras formuladas en el exterior, de la misma manera que antaño, porque ya la cultura se ha encargado de que lo tengamos interiorizado.
Loca, ya se ha transformado en algo que una se dice a si misma en cuanto aparece un malestar, sin necesidad de escucharlo fuera.
Por eso, aparece en forma leve cuando empiezas a sentirte mal.
«Bah, estoy loca, qué paranoia»… Te dices para minusvalorar el significado de esa sensación que comienza.
Por eso, aparece en ti en forma de pregunta cuando la sensación se mantiene y se transforma en algo acostumbrado.
«¿Me estaré volviendo loca?» Te dices cuando no encuentras explicación lógica a lo que ocurre en tu interior.
Por eso, aparece en forma de miedo cuando la sensación se ha acumulado tanto que empieza a desbordar.
«Joder, no puede ser, ¡¡¡estoy loca!!!»
…
Loca. Paranoica. Histérica.
Llevas en tu cuerpo toda una marca de los millones de mujeres etiquetadas durante siglos así.
Desquiciada. Desbordada. Incapaz.
Llevas en tu cabeza todo un aprendizaje de que tienes que soportar sobre tus hombros todo.
Pero ¿sabes? Sí, lo sabes.
La realidad es que no puedes soportarlo todo.
…
La realidad es que cuando te aplastan, te duele. Cuando te presionan, te agarrotas. Cuando te gritan, te agitas.
Las sensaciones de presión, de tensión y de dolor, vienen al cuerpo a decirnos que algo es excesivo, que algo nos está dañando.
…
Por eso, estás en tu puesto de trabajo pensando que estás loca, sintiéndote incapaz de presentar todos los informes que tu jefa te ha pedido para ayer, para los cuales tenías que tener ya información de otras tres personas que nadie se ha molestado en darte. Y dentro de ti empiezas a pensar que no vales, que no sabes, a cerrársete en un nudo el pecho, a empequeñecérsete los pulmones, a no saber cómo era eso de respirar.
Por eso, estás en tu proceso de tesis pensando que estás loca, que no es normal estar en la uni 12 horas al día, que tu Director te escriba por las noches y tengas que responderle al segundo y luego sea incapaz de reunirse contigo 5 minutos en 6 meses. Y dentro de ti empiezas a minusvalorarte, a desescucharte, a poner el criterio de los demás por encima, a bajar tus hombros, a encorbarte, a respirar pequeño, a bajar la voz.
Por eso, estás en tu casa pensando que estás loca, que ser madre era tu mayor deseo pero cuando vuelves del trabajo sólo querrías estar sola un rato y descansar, y tienes mil tareas más que hacer y otras personas que te necesitan. Y dentro de ti empiezas a posponer tu cuidado, a proyectar tus frustraciones en tu hija, a marearte, a tomarte enantyums e ibuprofenos para seguir adelante con los dolores que inundan tus articulaciones cada día.
Por eso, estás en la calle pensando que estás loca, que tienes estudios de sobra para trabajar y nadie te llama, que acumulas contratos temporales de hostelería hasta hartarte pero cuando te han llamado para una entrevista de lo tuyo te pusiste super nerviosa. Y dentro de ti empiezas a culparte, a minusvalorarte, a pensar que tu ex tenía razón, que tu padre tiene razón, que no vales nada, a apretar las mandíbulas, a tener pesadillas.
Por eso, estás con tu amiga pensando que estás loca, que si tuvieras tú también un cuerpazo como el de ella, o el de todas esas chicas que ves en instagram, encontrarías alguien que quisiera estar contigo. Y dentro de ti empiezas a decirte que eres gorda, que eres fea, que no mereces nada, a darte atracones de comida, a lesionarte, a llorar aferrándote la boca, a follar con chicos que en el fondo no te gustan.
Por eso, estás con tu pareja pensando que estás loca, que llevas 5 años invertidos en esa relación, que no puedes terminarla, que seguro que cambia la situación. Y dentro de ti empiezas a tomar su criterio como válido, a auto-controlarte para que no se enfade, a dejar de hacer cosas por tu cuenta, a acoplarte a sus planes. A callarte, a olvidar tu opinión, a sonreír mucho delante de la gente.
Pero ¿sabes? Sí, lo sabes.
La realidad es que no estás loca
Llámate estresada, angustiada, ansiosa, enrabiada, deprimida, presionada, violentada, acosada, agredida, mal-tratada, rechazada.
O Llámate como quieras.
Pero no entres en el juego de quitarte importancia a lo que sientes.
Ya el patriarcado nos ha silenciado suficientes siglos.
No. No estás loca.
