¡¡Pero si yo no necesito terapia!!
«No necesito terapia. Me apunto a todos los cursos, jornadas y talleres que puedo. En todos salgo algo removida, pero ya lo superaré con el siguiente.
No necesito terapia. Paso horas buscando en internet respuestas a lo que me pasa. A veces las respuestas me ayudan y otras, me asustan.
No necesito terapia. Yo leo muchos artículos, sigo en instagram a montones de referentes, me trago sus claves y consejos y las hago mías. Me alivian, durante un tiempo.
No necesito terapia. Me voy de viaje y seguro que cuando vuelva me siento mejor. O no… Bueno, que me voy.
No necesito terapia. El nudo que siento en el estómago cada vez es más grande, pero tengo que poder con ello. Yo soy fuerte, soy autónoma. Voy a comer algo.
No necesito terapia. Tiene que haber una explicación a lo que me pasa, y yo soy lista, cuando duermo doy vueltas a hipótesis y me levanto con mil palabras resonando en la cabeza.
No necesito terapia. Tengo amigas que me dan consejos y están ahí para mí. Me enfadan sus consejos, ¿cómo se atreven?. No vuelvo a contarles nada.
Que no necesito terapia. Que yo he ido a muchos cursos de empoderamiento. Que yo doy cursos de empoderamiento.
¡No necesito terapia!
Uf
Igual no necesito terapia ¿Pero me vendrá bien ir?»
Y así, la psicóloga/educadora/cuidadora que cuidaba a las demás, se descuidaba a sí misma.
(Sí, algunas partes de este relato son autobiográficas. Ser psicóloga no convalida la terapia).