No todos los procesos de cambio que hacemos en nuestra vida tienen que ver con ir a terapia, y por mucho que yo haga terapia no estoy dispuesta a que ese discurso del «vete a terapia» cale como única alternativa y no nos permita ver opciones más allá del sillón de terapeuta.
Yo misma he vivido muchísimos procesos de cambio y crecimiento conmigo que no han pasado por un proceso de terapia. No han sido «en soledad», no. Han sido conmigo.
Estar conmigo es tenerme presente, escuchándome y dándome tiempo para tomar una decisión vital o generar un aprendizaje, es decir, sola no estaba, porque me había dado el tiempo, el permiso y el cuidado de generar una relación conmigo misma, y había puesto los recursos necesarios para tener esa conciencia.
Muchos procesos que nos ayudan en la vida nos colocan ante aprendizajes, otras perspectivas o cambios, que nos hacen dar una vuelta a esquemas que teníamos ya fijados y nos hacen soltar expectativas aprendidas. Uno de estos procesos, esencial especialmente para las mujeres es el autoconocimiento.
Pero quiero diferenciar el autoconocimiento de lo que nos venden tradicionalmente con esa etiqueta de «autoayuda». Que además, se vende, bien que se vende…
El autoconocimiento no es eso que llaman autoayuda.
La autoayuda es una estrategia de marketing que nos han querido vender en forma de libro (página web, listado de claves y tips…) que consiste en recomendaciones y consejos basados en generalidades que alguien pone en forma de recetas y tú tienes que aplicarte.
Parte de una idea estereotipada y una visión normativa del mundo, y por tanto, la autoayuda puede ser una presión más añadida a todas las que llevamos a nuestras espaldas, e incluso la estrategia de checkear logros según este mandato de autoayuda, puede conseguir que nos culpemos o frustrarnos mas.
Porque si lo que recibimos es un mensaje tipo «Esto se hace así. Y así funciona. Si yo he podido, tú puedes»
Se puede convertir fácilmente en un «he seguido todo paso a paso, y yo no he podido. Es que lo hago mal, no sirvo de nada, no soy capaz…»
Y así es como la autoayuda se puede convertir en autoboicot.
Por otro lado, la autoayuda no tiene en cuenta variables sociales-contextuales que pueden estar dificultando el proceso. (La perspectiva de género, clase… brilla por su ausencia)
Las mujeres nacemos en la socialización hacia los cuidados ajenos, y según vamos creciendo, se nos colocan millones de cuestiones en las que poner el foco en otras personas, fuera de nosotras mismas. ¿Cómo debo ser para que me quieran? ¿Qué le gusta a mi mejor amiga? ¿Qué quiere mi pareja? ¿Cómo conseguir que no me abandonen? ¿Cómo puedo gustarle a la gente?
Así, se van creando (y vamos internalizando) una serie de mandatos, expectativas y necesidades ajenas que suponen la prioridad número 1 en nuestra vida, y que muchas veces silencian, ocultan o hasta niegan, mis propias necesidades.
Y, como explica Fina Sanz, en ese ejercicio de colocar nuestro foco en conocer a la otra persona, el espacio personal de las mujeres, se queda en lo no-conocido.
Una de las primeras cosas que nos quita/impide/dificulta a las mujeres es el tiempo propio, con lo cual muchas pueden pasarse una vida sabiendo miles de detalles sobre cómo agradar y satisfacer las necesidades de otras personas pero no han tenido tiempo, espacio, ni permiso para saber responder a ¿qué quiero yo?
El autoconocimiento es revolución, porque cuando centras tu mirada, tu atención y tu cariño, al conocerte y aprender a disfrutar de estar contigo, dejas de escuchar el ruido externo de tanto mandato ajeno para escuchar tu propia voz, tus deseos, tus necesidades. Las haces presentes. Y eso no se olvida fácilmente. Así que cuando has podido tomarte el tiempo necesario para conocerte, aceptarte, gustarte y reconocer tus límites, esto también lo llevas a tus relaciones con las demás personas y con el mundo.
El autoconocimiento no está escrito por nadie ajeno, ni puede estarlo.
Tiene más bien la forma de preguntas que tú y solamente tú puedes ir respondiendo. Y eso es lo que lo hace realmente revolucionario.
Porque la sociedad patriarcal se ha basado en no preguntar a las mujeres nunca qué desean. Y tú puedes tratar de cambiar ese mensaje simbólico de que lo que nos pasa a nosotras «no es importante», dándote tiempo a ti misma para conocerte.
El autoconocimiento supone tiempo propio para conocerME, pero no se trata de cultivar la soledad y el egocentrismo, sino de construir y cuidar la relación conMIGO, para, desde ese espacio personal bien conocido, poder relacionarme con otras personas sin perderme en el camino.
Por eso es importante diferenciar cuándo alguien nos está vendiendo un contenido en forma de autoayuda
Te cuento mi experiencia para que tú la pongas en marcha. Te vendo un libro donde te doy las claves del éxito. Te cuento todas las estrategias para aprender a…
Porque incluso aunque la persona que te vende esas claves no lo sepa, puede convertirse en algo que te haga daño ponerlo en práctica en ti (y que no resuene de verdad en ti).
Y si alguna de estas recomendaciones ajenas y externas que has visto o leído te ayudan, te han movilizado, motivado, o generado buena sensación, siempre puedes darte un tiempo para pasarlas por tu cuerpo y tu experiencia. Probar a ver si lo experimentas de la misma manera o de una forma diferente, pero bientratándote si encuentras diferencias.
Porque si algo somos las seres humanas es diversas.
Trátate a ti misma como la persona más especial en tu vida y no coloques a ningún/a gurú – influencer – terapeuta – profe como alguien superior a ti.
(No, no siempre todo va a tener que pasar por un proceso de terapia)
Quien más puede descubrir de ti, eres tú misma.
El reto es encontrar el tiempo y el espacio 😉